La huelga de docentes y empleados de la UASD vuelve a poner en agenda la pendiente y urgente reingeniería que necesita la universidad pública.
Los sindicatos y gremios de la UASD nunca dejarán de exigir mejoras salariales, aunque sean los profesores universitarios mejor pagados del país. Comenzar una huelga en esta pandemia es ahondar en la grave situación de sus estudiantes, entre los que el abandono es ya un problema y sigue creciendo.
El derecho a huelga es una libertad conquistada e irrenunciable. Pero ni el momento ni la situación que atraviesa la educación en general y su población estudiantil en particular la hacen oportuna. Ni siquiera decente.
La demanda es además, descabellada. Pedir un aumento salarial de un 40% en la actual situación de crisis mundial es un despropósito que revela más intención de desestabilizar que de negociar.
Los profesores y empleados de la universidad muestran con esta huelga un desinterés absoluto por el bienestar, crecimiento y aprendizaje de sus estudiantes. No es la primera vez, ni será la última, lamentablemente.