La lengua indómita resquebraja la hipocresía burguesa. La gravedad de la enfermedad del padre, internado en una clínica en Valencia en estado de coma, no domestica a Virginia, una mujer en crisis, obsesionada con la enfermedad y con la maternidad como urgencia. Aunque lo cuida y asiste, ella se rebela: se niega a fingir ser una “buena” hija a los pies de una cama, rechaza el paradigma de familia “normal” que emulan su madre y su hermana, y comienza a relacionarse con un nuevo paciente, “el extraño”, que ocupa la cama vecina. “Es fuerte, ha dicho el médico esta mañana, se aferra a la vida. Otro lugar común. Estamos instalados en los lugares comunes, nos alimentamos de frases hechas, masticamos tópicos que más tarde nos crecen en el hígado en forma de pólipo, en los riñones en forma de piedra, en las orejas en forma de cera”, plantea la protagonista de Dicen los síntomas, Premio Tusquets de Novela 2020, de la escritora española Bárbara Blasco.
La tercera novela de Blasco (Valencia, 1972) tiene un umbral alto de agudeza por la forma en que construye una voz penetrante desde la perspectiva de una mujer que nada en las aguas profundas de la incorrección política; una desobediente armada hasta los dientes con una ironía tan luminosa como feroz. Desde Valencia, donde imparte clases de escritura creativa, la autora de las novelas Suerte (2013) y La memoria del alambre (2018) subraya en la entrevista con Página/12 que hay “cierta poesía en la enfermedad” que consiste en “la belleza de la incertidumbre, la intensidad ante lo efímero”. “Claro que es un asco estar enfermo, no vamos a negarlo, y la idea de morirse es la anti idea por excelencia, porque la nada no cabe en ninguna mente humana, por grande que ésta sea. Pero me fastidia esa manía de alimentarnos de categóricos excluyentes, tan de moda hoy, de eliminar los matices. En los resquicios, en las contradicciones, es donde crece la literatura. No hay belleza que no nazca del dolor”, dice Blasco.
La protagonista de “Dicen los síntomas” recuerda que excepto Françoise Gilot todas las parejas de Picasso se suicidaron y enloquecieron. ¿Querías que Virginia se posicionara claramente como una feminista que, aunque afirma que Picasso es un genio, no olvida el daño que ha causado?
-Virginia es un personaje de su tiempo y me parece casi imposible no ser feminista hoy (y con feminista me refiero a haber superado ciertas ideas absolutamente irracionales). Hay una conciencia colectiva que nos ha alcanzado a todos, en gran parte gracias a las redes. Ya no podemos ver a la mujer como a un animal fantástico, misterioso, a veces adorable, a veces temible, tan diferente del macho (nunca lo hicimos con un perro y una perra, o un elefante y una elefanta). En un momento dado, el extraño dice que la palabra más hermosa del mundo es reconocer, se lee igual en ambos sentidos, como si se girase sobre sí misma para afirmar su significado. El amor sólo fluye en horizontal. Que Picasso no se reconociera en una mujer no invalida su genialidad.