El Gobierno ha dado a Valle Nuevo otra oportunidad. Debería ser la definitiva, porque en estos temas creer que “hay tiempo” suele ser una tentación que siempre acaba mal.
Hay un consenso bien claro en que el valor ambiental de la zona protegida es invaluable. Nadie lo discute, aunque por décadas se haya intentado pasar por alto el daño que la agricultura y la ganadería pueden hacer al ecosistema. Todos los ecosistemas dominicanos son frágiles, todos necesitan en estos tiempos de un cuidado y una legislación que los proteja. De un respeto y de una visión que trascienda los intereses de grupos empresariales, de hacendado o de parceleros y campesinos.
Valle Nuevo merece que la decisión que ayer se anunció sea cumplida. Que las presiones que llegan y llegarán no venzan, como en otras administraciones, la voluntad de cuidar este patrimonio natural que pertenece al país.
Algunos sectores han recibido la normativa con escepticismo; “no sería la primera vez que se echan para atrás…” Por eso es crucial que todos los dominicanos se sientan vigilantes y responsables de esta nueva etapa.
